28.9.17

Ya recuerdo

Ya recuerdo qué es mío.
Recuerdo qué es tuyo.
Ahora este hastío, el vacío,
es más que un asunto de orgullo.
Ya no me joderá el frío.
Sólo echo en falta la calma,
el débil equilibrio mío,
la emoción al caerme de espaldas.

Si cierras los ojos para no ver,
no percibirás lo bien
que me sienta la estabilidad;
lo bien que me sienta  el quehacer,
el desvelo al anochecer,
la tinta, el papel y la paz de crear.

Si cierras los ojos para no ver,
si es que los vas a cerrar,
creo que no intuirás lo bien
que ahora me siento
apretando los puños para atrapar
la cordura que no anda por dentro,
suspirando con fuerza para soltar
ansiedad y demonios que siempre me encuentro.

No creo que intuyas lo bien que me va
cayendo por la adversidad,
subiendo y gritando “dame un momento”.
Pero siempre es tarde, nunca pasa na’.
Si te digo “estoy bien”, que sepas que miento.

El error camina conmigo y lo bueno se esfuma.
Si no abres los ojos,
el camino de vuelta será como hacerlo desnuda
ante miradas vacías que no prestan ayuda.
En lo que llego me quedaré con la duda
de si va a ser eterno o es otra racha cruda,
de las que a la vida con saña se anudan.

Ya recuerdo qué es mío.
Recuerdo qué es tuyo.
Y sí, vuelve a joderme ese frío.
Traigo el equilibrio hecho jirones
porque el “quiero abarcar y no puedo”,
revienta emociones.
La realidad se me va de entre los dedos
al son de la banda sonora de las sinrazones.

Ya que recuerdo qué es mío
Y recuerdo qué es tuyo,
¿qué tal compartir el afán y algún miedo?
¿qué tal si el estremecimiento no es temporal
y  jugamos a que ya no es un juego?

Con tinta, sangre y no sé qué más;
te escribo, te digo y confieso
que me muero por verte brillar,
Brillar para siempre, ya mismo y luego;
con esa elegancia que suelen gastar
los que la dejan en paz, la sueltan del cuello
y cogen de la mano a la felicidad.

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