Si habiendo visto el poco mundo que he podido siento que me
descompongo por dentro, no quiero imaginar qué sentirá quien haya visto más. Y
esto me lleva a pensar: por qué coño una de las primeras cosas que aprendemos
en la vida no es que cada persona tiene un pasado y un futuro, y que todos
somos humanos, de la misma maldita especie.
Y cuando digo todos me refiero también a las mujeres; porque
conocemos las injusticias a cerca del género, pero cuando te ves cara a cara
con alguien que tiene unos putos ideales retrógrados bien grabados, y tomas
conciencia de lo que estás viendo, os juro que arde la sangre. Y bromean, se ríen…
¡Que valemos lo mismo que ellos! ¡O al ser tolerantes, incluso, más!
Que no suene ni feminista, ni extremista, que la palabra es
realista. Es absolutamente triste ver la confianza que ciertos hombres pueden
llegar a tener en su “superioridad”; ya no porque se haya sabido y se sepa de
mujeres importantes, sino porque las personas que traen al mundo a quienes
piensan así son mujeres, y ninguna madre merece ser despreciada por su hijo por
el hecho de darle la vida, por el hecho de ser mujer.
No somos menos. No permitáis que insinúen o digan lo contrario,
y si os lo dicen y no podéis contestar por algún motivo, que no falte una mala
cara.