27.1.12

Dentro está el argumento.

Supongo que hay casi tantos tipos de portadas como personas en el mundo. Siempre es lo primero que se ve, la primera impresión, el primer contacto; no es habitual encontrar un libro sin portada, al descubierto, entregando todo lo que tiene que ofrecer; es realmente extraño que ocurra eso, casi imposible conforme está el mundo.
Y es que para conocer, hay que leer. Si no me lees, no sabrás de qué va el argumento, porque mi portada tiene poco que ofrecer. Pero no quería hablar de mí, no del todo. Sino de cuando lees a alguien, te gusta lo que has leído y lo dejas ahí. Quizás hayas sacado un lectura positiva, y aún así, por la puta portada, te quedas paralizado.
¿Sabes qué estaría bien? Que una vez que leyésemos pudiéramos arrancar las portadas; sí, dejarlas a parte, mirar dentro, leer todos los párrafos, investigar cada línea, mirar entre éstas, ver como se enlaza cada palabra con la que le sigue, observar cómo las letras forman esas estructuras que le dan sentido a lo que somos, ser lo que las palabras que nos definen digan, decir lo que sentimos, sentir todo lo que nos dan, dar lo que necesitamos demostrar, demostrar lo que queremos; y querer volver a leer, arrancar portadas y añadir unos puntos suspensivos en el lugar del final. No dejar que nuestra propia historia acabe demasiado pronto por pereza, no acabar las historias de los demás por descaro, orgullo o miedo…

14.1.12

A quien nunca sabe nada.

Elige bien, vaya. Observa y se consciente de lo que pasa por la cabeza de cada persona, de lo que quieren realmente; date cuenta de si eres tú lo que pasa y de si eres tú lo que verdaderamente quieren. La persona que sepa encajar tus decisiones, aceptarlas, echarte una mano y apoyarte, es quien de verdad tiene un corazón enorme. Recuérdalo, y recuerda que por decir las cosas como se sienten no hay que sentirse tonto; recuerda, especialmente, que si das algo a quien te quiere, recibirás mil veces más: que si estás con quien te quiere, acabarás queriendo. 

3.1.12

Ni sentirse tonto, ni ninguna de esas cosas.

Si te sientes solo, mal, apartado, inferior, poco querido, tonto, estúpido o incomprendido, o todo al mismo tiempo. Si te sientes o has sentido alguna vez así, sabes perfectamente lo que tienes que hacer; yo hice algo, luego me he dedicado a escribir cosas como esta, y aún así vuelvo a paralizarme de vez en cuando de nuevo.
No es una tontería necesitar que te duelan las córneas de mirar a otra persona, que te pese la cara de gesticular por no saber como reír de más formas, que te escuezan los labios y se te inyecten en sangre, que se te paralicen las manos de tenerlas tanto tiempo presionadas, que te duela la garganta por gritar y no dejar de decir lo que sientes, que te duelan los oídos por escuchar ésas canciones, que el sueño no te venza con tal de estar despierto en la mejor de las realidades…No es una tontería necesitar que te quieran con fuerza.
Sé que no, ¿y tú? Créeme siempre que te haga sentir mejor.