30.8.11

Realmente.

No sé si ocurre siempre en toda vida humana, que llega un momento en el que descubres un miedo desconocido contra el que encender la luz no es suficiente y al que no se le puede gritar un “no existes”. Ya no es miedo a la muerte, si no a la ausencia de quién se pueda llevar por delante, la impotencia de saber que no se puede evitar, las imágenes mentales de cómo sería esa ausencia…el agobio de no tener ni idea de cómo afrontarlo.
Tengo miedo, miedo a que ocurra lo imaginable y más miedo todavía de que ocurra lo que ni siquiera he podido imaginar.

28.8.11

Parece siempre igual.

Vino y se va. En la incertidumbre que lo ha rodeado todo por su paso ha quedado como final un susurro de lo que será septiembre y media sonrisa con expresión de añoranza.
No somos nadie, dicen. Menos somos todavía cuando pasa el tiempo, desgasta y vamos perdiendo trocitos de lo que somos dejándolos con gente, en cualquier sitio y con cualquier sentimiento.
Algo es algo, dicen. Más es cuando notas que se detiene el tiempo y al mirar el reloj han pasado mil horas.
Lo real es que las horas vuelan y que ningún fenómeno arrasa más que el tiempo: el mismo que coge la velocidad que quiere, el que no se tiene tanta culpa, pero como es sordo y mudo, parece que lleva consigo toda esta responsabilidad.

13.8.11

Para algo existe el verbo poder.

"Un cambio de imagen, si hablamos de personas, conlleva diferentes puntos de vista. 
Lo dicho parece tener sentido, pero me explicaré más: lo que quiero decir es que cuando una persona cambia hay dos cosas que cuentan. Cuenta cómo se ve la persona a sí misma y cómo la ven los demás. Pero a lo segundo siempre le damos más importancia de la que merece."
Las ratas aún duermen y yo ya estoy en pie, no es que las ratas sean gandulas, es que es demasiado temprano. Demasiado temprano incluso para el sol. Sé que duermen porque no están royendo, me gusta oírlas roer por encima de mi cabeza, pero me asusta que se rompa el techo  y me caiga alguna en la cara.
Salgo de casa después de mirar el reloj por última vez, voy a caminar hasta que revienten mis piernas...No soporto más tanta indiferencia propia y todos estos pensamientos. Quiero deshacerme de mi cabeza, quiero acabar con todo lo hace turbias mis ideas, quiero algo nuevo. 
No sé cuánto he andado, no sé que hora es, no sé cuánto más voy a caminar, no sé donde tomaré algo y no sé porque sigo sin sentirme bien. 
El cielo está nublado cuando despierto, debí dormirme en este suelo lleno de grava y de malos pensamientos, en otro tiempo nunca habría imaginado algo igual. No soy yo, no me siento yo ¿Esto es lo que hay tras la muerte? ¿O esto es una depresión?
Sigo sin saber qué hacer, me asomo a un barranco y arrojo unas piedras, si abajo hay cocodrilos harán bien la digestión, si hay algo recién nacido va a morir por mi culpa. Lo pienso, pero no me importa, no puedo dejar de pensar así, no sé qué necesito. Quiero dejar de estar así, quiero dejar de ser así, quiero...volver.
Sí, quiero volver, pero me pregunto a dónde y por qué. 
"Durante toda nuestra vida hay pocas veces en las que agradecemos que suene el despertador, una de ellas es cuando nos despierta de un mal sueño."
Mirando a la pared me pregunté si había visto el futuro y supe que no quería ratas royendo en mi futuro, ni piedras que cayesen de barrancos. Supe que era hora de un cambio, pero todavía dudaba de cómo cogerlo. Y como dudando no se llega a ningún sitio, pues lo agarré por donde pude y con algo de valor lo conseguí.
El cambio está listo, pero otra duda me asalta ¿Hasta aquí o un poco más? Sigo sin saber de la felicidad, seguiré cambiando lo que pueda. 
Nadie prometió que duraría poco, nadie prometió que disfrutaría junto a la demás parte del mundo todo este tiempo, nadie prometió más apoyo que el mío, nadie sabía nada. Nadie se va a enterar, pero sé que alguien está por llegar , alguien que sabe de esto tan poco como nadie pero que tiene mucho que decir aquí.
"Mientras que exista el miedo, habrá lugar para el valor."