No es cuestión de no tener quien te dé un abrazo y agradezca
estar contigo, y tú, por supuesto agradezcas su presencia también. Lo
extraño es que casi todas las personas con las que vas a estar en un día así,
no son las mismas de siempre. Ni peores, ni mejores, sólo otras. Y me siento
triste, os echo de menos y no lloro, porque tampoco es plan, pero vamos, que
igual sí.
Todo parece más que raro a casi 34 días de estar en casa de
nuevo, y con “todo” me refiero al tiempo que ha pasado y a todas esas cosas que
hemos hecho, y las que no.
Y es que, en realidad, no hay nada estrictamente escrito
sobre qué hacer en, lo que llamamos, fechas señaladas. Pero cuando estás
acostumbrado a hacerlo y no puedes, como que no concibes la sensación. No son
los regalos, ni la fiesta, ni siquiera las canciones de mierda. Es la
presencia, la presencia de la gente a la que quieres, y cuando ésta pasa a ser
ausencia, incluso cuando lo ha sido ya día tras día durante un tiempo, hay momentos en los que duele más.