24.2.15

Lo más bonito.

Porque eres lo más bonito.
Y yo, yo soy gilipollas. Más de lo que debería y menos de lo que se merece el mundo.
Tengo en un puño todo lo que me hace querer luchar, y una gran parte de ello me va a costar unas arrugas en el entrecejo antes de los treinta; y en el otro tengo la vida de verdad, la que se me escapa entre los dedos con la sensación de no saber si lo que hago es lo que realmente me dejará las arrugas bonitas, las de después de los treinta por sonreír más que dudar.
Aunque ya no me pregunto qué hacer, porque no toca, no busco otras opciones por la hartura, y me dejo llevar por el descarte. Entonces, me fío irónicamente de mí cuando digo un “irá bien” y no sé si voy a la deriva o es que el camino siempre ha estado como torcido en cuanto a lo que decidir implica.

Pero tú eres lo más bonito, y la vida también, y mamá, papá, el nene y los demás; y por eso vine, sigo aquí y seguiré andando, o rodando, o a la deriva, pero seguiré; y por eso cruzo los dedos, porque siendo tan perfectos, qué más voy a pedirle yo a la vida con este 1’57 y un morro pa’abajo por defecto.