Nos están echando del país, de fronteras hacia dentro tenemos
cualquier puerta cerrada, hay personas que incluso las de sus propias casas; la
única que queda abierta de par en par es la de irse. Claro, que igual,
justamente es lo que quieren, no porque vayan a quedar bien, pero sí porque están
con el agua al cuello; aunque lo único que de verdad deberían tener en el
cuello es una mano a punto de apretar el gatillo.
Y no es que no le tengamos amor a la tierra, es que nos están
haciendo odiarla y estar más que confundidos, porque sabemos quién se ha
equivocado, ya que incluso nosotros lo hemos hecho; pero ahora no, en el límite
en el que estamos, podemos, hasta con vendas en los ojos, ver quién está
haciendo que esto sea insostenible.
Existen los que tendrán el valor, o como queramos llamarlo, de
resistir, de luchar por lo que es “suyo”, entre comillas, porque es raro que
algo sea tuyo y no seas capaz de reconocerlo. Sin embargo, la necesidad es lo
primero, y si necesitas marchar para vivir, marcharás; y si no hay manera de
vivir, sobrevivirás; y cuando ocurra, lo que está ocurriendo, que es
que hay quien no puede sobrevivir, entonces se armará, como se ha armado cientos de
veces en la historia, con brutalidad, por llevar las cosas al extremo, por los inocentes muertos.
Y es que es extraño despreciar tu país, hablar de la
Puta España, como si España fuera el
apellido. ¿Es culpa nuestra? Así, cuando ves un futuro en el que te
va a tocar, con casi total seguridad, largarte, no te duele tu país, porque no lo sientes tuyo, sino que es de unos cuantos. Lo que jode es dejar cualquier ilusión, la gente, incluso, la maldita manera de nacer del Sol.