23.9.15

Al filo.

Intento no pensar en que lo que tengo es desgastao el corazón;
en que lo de estar en la cuerda floja es una realidad,
en que si lo estoy yo, tu lo estás;
en  por qué no insistir algo más.

Y entre la cuerda y una espiral
llena de la búsqueda de soluciones,
de un mejor momento,
de ganar para ilusiones;
ya no sé si sabes quién eres,
si yo soy quien quiero
o si sabemos lo que nos conviene.

Vienen aguaceros más que soles,
y si no va haber abrazos,
si no le vamos a echar cojones,
mejor cerremos puertas juntos,
que ya se abrirán balcones.

Balcones pa’ que te escapes, pa’ que me escape, pa’ que nos enteremos de cómo somos independientes. Y si al encontrarte, te descubres sin mí, y ese “mí” te falta de verdad: búscame, búscame pa’ cambiar la cuerda floja por sendero y aquello desgastao por algo nuevo.

23.6.15

3 cosas.

He descubierto tres cosas:

- Cuando tienes la cabeza llena de ruido, cuando todas las ideas parecen encajar pero chocan unas contra otras y el futuro tiene tanta prioridad que el presente es sólo caos intentando llegar al supuesto orden que le sucederá:  lo que llamamos silencio no sirve de nada.

-No hay quien se crea aquello de que lo importante no es llegar sino el camino, cuando éste es puro desorden dentro de la estructura milimétricamente perfecta que cualquier persona mínimamente maniática intentaría dibujar.

-Si el panorama está así, no hay palabras que valgan de parte de nadie, porque no caben, porque para algo sabemos buscar en el diccionario; no hay palabras que valgan porque lo que cualquiera querría sería parar, y no, todavía no hemos oído hablar de frenos que le vayan bien al tiempo.

Así que no tengo claro si quiero frenos para el reloj o que se me caigan los días de las manos. Y con la distorsión que esto provoca, las pulsaciones corren y los ojos continúan secos, porque es el precio de no poder detenerte si tu prioridad es ser puntual el metafórico día de mañana, porque aunque suene como si quien lo dijese hubiese perdido el norte: me apuesto el cuello a que me voy a arrepentir más si paro a respirar que si echo el corazón por la boca.

12.6.15

Por nosotros.

Con un nudo en la garganta en vísperas de verano, lo único que entra es el humo de tu porro de hachís.

Sin nudo pero con el corazón cogío y una chusta entre los dedos, en la época que sea, lo único que entra es un suspiro, y lo que sale, lo único que sale, también. No uno, sino el suspiro pa’ que vuelvas, pa’ que vuelva; aquel que nos recuerde que estar físicamente no es suficiente si tienes la cabeza en cualquier otro lugar, en cualquier día del pasado, en cualquier defecto de los que intentamos reparar.

Sin nudo y con el corazón suelto, pero con el alma en carne viva, lo único que sale son párrafos que intentan solucionar lo que hace unos años, unos días o unos minutos destrozamos; párrafos desesperados por reconstruir, por que las ruinas sean palacios, por que el desequilibrio vuelva a ser encantador. Párrafos pa’ que vuelvas, pa’ que vuelva, pa’ que volvamos en nosotros mismos y el uno con el otro.

Con el cuerpo como sea, en una mala racha y, sin embargo, queriéndote a morir; algo de lo poco que entra, de lo que sale, de lo que puedo pedir o de lo que se me marca a fuego en la mente, es el querer abrazar la imperfección: la tuya, la mía, la de estos días de mierda. 


7.5.15

Absolutamente absurdo.

A veces viene un día y es absurdo.

Tan absurdo como
pedirle al cielo que se deje de nubes,
al aire que no traiga vientos,
a la B que se pronuncie V,
o a la muerte esperar un momento.

Tanto como que
pase un día sin quejas,
sin querer obviar el arrepentimiento,
sin pensar un: "y si me dejas",
o sin valorar lo que voy viviendo.

Más absurdo que
rogarle al reloj un 'tic' sin 'tac',
a los malos una verdadera tregua,
a una palabra dejar de significar,
o a la Luna pa' ver si no mengua.

Mil veces más absurdo que
no cederte el primer trago,
la primera calada,
el primer bocado.

Más que no agradecerte 
los mejores momentos y
el haber estado.

11.4.15

11.04

Nadie te informa de que es mejor poner fecha de caducidad a lo que se dice en las cartas, ni de que vas a odiar a los nazis, a amar la música de Bob Marley, y de que llega el día en que no quieres ser más mayor. Nadie te avisa, pero pasa. Entonces entiendes que a veces sobrevaloramos las relaciones, que hasta la mejor persona puede sentir el odio, que existe aquello que es imposible no querer y que la vida es la única que puede ser tan triste como maravillosa a la vez.

7.4.15

Entre todo.

Siempre entre el sí y el no,
el no sé y la claridad.
Entre el pasado y el futuro,
entre el seguir y el mirar atrás.

Siempre entre tus manos y el mundo,
entre lágrimas y respirar.
Entre un “si te largas, ojalá vuelvas”
y un “si te quedas, por qué no te vas”

Siempre en un bucle de mierda
entre acabar o esperar,
entre el tiempo en que todo es perfecto
y el que nos rompe al restar.


5.4.15

31.03

El mundo no está preparado para no saber distinguir entre conformismo y miedo. Tampoco lo está para que generalicemos al querer hablar de nosotros mismos.
Por eso me falta tan poquito para estar loca, porque todavía conservo la capacidad de saber que hay jaleo en mi cabeza, aunque no sepa cómo se apaga sin irme.

24.2.15

Lo más bonito.

Porque eres lo más bonito.
Y yo, yo soy gilipollas. Más de lo que debería y menos de lo que se merece el mundo.
Tengo en un puño todo lo que me hace querer luchar, y una gran parte de ello me va a costar unas arrugas en el entrecejo antes de los treinta; y en el otro tengo la vida de verdad, la que se me escapa entre los dedos con la sensación de no saber si lo que hago es lo que realmente me dejará las arrugas bonitas, las de después de los treinta por sonreír más que dudar.
Aunque ya no me pregunto qué hacer, porque no toca, no busco otras opciones por la hartura, y me dejo llevar por el descarte. Entonces, me fío irónicamente de mí cuando digo un “irá bien” y no sé si voy a la deriva o es que el camino siempre ha estado como torcido en cuanto a lo que decidir implica.

Pero tú eres lo más bonito, y la vida también, y mamá, papá, el nene y los demás; y por eso vine, sigo aquí y seguiré andando, o rodando, o a la deriva, pero seguiré; y por eso cruzo los dedos, porque siendo tan perfectos, qué más voy a pedirle yo a la vida con este 1’57 y un morro pa’abajo por defecto.