Qué jodido que llegaras a deshora
robando las palabras que quería
encadenar.
Qué jodido y qué bonito cuando estamos
a solas,
volteas mi universo y abres
puertas pa’ escapar.
Qué jodida la poesía cuando lo
único que tengo es partida el alma.
Qué jodido y qué curioso que el
papel se quede en blanco justo cuando me salvas.
Sí.
Cuando me salvas.
Y yo ahí.
Con mis valores como armas.
Un mundo que revienta a mis
espaldas.
Dos corazas que tú ablandas
en cada lucha interna que
resuelves con tus palmas.
Con calma.
Qué jodido destapar corazones en
lugares tan insanos,
que des vueltas por las ramas,
que traces esa línea que separa
mirar mis debilidades de
tenerlas en tus manos.
Otras manos.
Confiamos.
Qué jodida y que perfecta tu mirada,
que abrasa mis inviernos y
congela mis veranos.
Qué jodida, rey, tu facilidad para tocarme y dejar to’ desordenado.