23.6.15

3 cosas.

He descubierto tres cosas:

- Cuando tienes la cabeza llena de ruido, cuando todas las ideas parecen encajar pero chocan unas contra otras y el futuro tiene tanta prioridad que el presente es sólo caos intentando llegar al supuesto orden que le sucederá:  lo que llamamos silencio no sirve de nada.

-No hay quien se crea aquello de que lo importante no es llegar sino el camino, cuando éste es puro desorden dentro de la estructura milimétricamente perfecta que cualquier persona mínimamente maniática intentaría dibujar.

-Si el panorama está así, no hay palabras que valgan de parte de nadie, porque no caben, porque para algo sabemos buscar en el diccionario; no hay palabras que valgan porque lo que cualquiera querría sería parar, y no, todavía no hemos oído hablar de frenos que le vayan bien al tiempo.

Así que no tengo claro si quiero frenos para el reloj o que se me caigan los días de las manos. Y con la distorsión que esto provoca, las pulsaciones corren y los ojos continúan secos, porque es el precio de no poder detenerte si tu prioridad es ser puntual el metafórico día de mañana, porque aunque suene como si quien lo dijese hubiese perdido el norte: me apuesto el cuello a que me voy a arrepentir más si paro a respirar que si echo el corazón por la boca.

12.6.15

Por nosotros.

Con un nudo en la garganta en vísperas de verano, lo único que entra es el humo de tu porro de hachís.

Sin nudo pero con el corazón cogío y una chusta entre los dedos, en la época que sea, lo único que entra es un suspiro, y lo que sale, lo único que sale, también. No uno, sino el suspiro pa’ que vuelvas, pa’ que vuelva; aquel que nos recuerde que estar físicamente no es suficiente si tienes la cabeza en cualquier otro lugar, en cualquier día del pasado, en cualquier defecto de los que intentamos reparar.

Sin nudo y con el corazón suelto, pero con el alma en carne viva, lo único que sale son párrafos que intentan solucionar lo que hace unos años, unos días o unos minutos destrozamos; párrafos desesperados por reconstruir, por que las ruinas sean palacios, por que el desequilibrio vuelva a ser encantador. Párrafos pa’ que vuelvas, pa’ que vuelva, pa’ que volvamos en nosotros mismos y el uno con el otro.

Con el cuerpo como sea, en una mala racha y, sin embargo, queriéndote a morir; algo de lo poco que entra, de lo que sale, de lo que puedo pedir o de lo que se me marca a fuego en la mente, es el querer abrazar la imperfección: la tuya, la mía, la de estos días de mierda.